Sala II: Aula de la Segunda República al Franquismo
El aula de la Segunda República (1931-1939) tiene su representación en esta parte de la sala. Con la proclamación de la Segunda República (1931) se hace una apuesta clara por la Escuela Pública y Laica. Se diseñó un Plan Quinquenal de construcciones escolares, se reformaron las Escuelas Normales, se crearon unas 7.000 plazas de maestros, se aumentó el sueldo del profesorado, se crearon los Consejos Escolares de Primera Enseñanza y se estableció un programa de transición para la enseñanza media. La Segunda República se decide por la Escuela Única, en donde los niños junto con las niñas debían ser educados en igualdad de condiciones, sin adoctrinamiento religioso. La escuela sería, pues, laica y gratuita. La enseñanza era competencia del Estado, excluyendo definitivamente a la Iglesia del campo educativo.
Atención especial merece una maleta con libros de las bibliotecas de las Misiones Pedagógicas, así como un mapa de España de 1932, además de libros de la época.
La escuela del Franquismo (1939-1975)
En 1945 se publica la Ley de Enseñanza Primaria que recogía todos los ideales del Nuevo Estado. La nueva educación debe ser católica ante todo. Por ello, la Iglesia vuelve a ocupar el protagonismo que tuvo antes de la República, reconociéndole el derecho de crear centros y controlar la enseñanza en las escuelas de Estado en lo concerniente a la práctica de la Religión. Los símbolos religiosos, junto con los de la Falange y la fotografía del Caudillo tenían que presidir las aulas. Se acaba con el régimen de coeducación, separando a las niñas de los niños. En el artículo 11 de la nueva ley se decía que “la educación primaria femenina preparará especialmente para la vida del hogar, artesanía e industria doméstica”. La enseñanza primaria quedaba dividida en dos modalidades: una desde los 6 a los diez años para aquellos que tenían posibilidades económicas de continuar los estudios de Bachillerato y otra desde los 6 a los 12 años para todos los demás.
Son representativos de este espacio los pupitres bipersonales, los símbolos políticos y religiosos que tenían que presidir el aula obligatoriamente y las huchas del Domund o la Santa Infancia.